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jueves, 14 de mayo de 2009

Bestias políticamente correctas



Se define a la Naturaleza básicamente como la esencia de las cosas, sin embargo esto nos lleva a preguntarnos qué es esta Esencia de la que cuentan los elementos. Según los griegos la felicidad era el encuentro del hombre con la Verdad, el motivo de su vida era hallar esta Esencia, pues esta identificaba el punto exacto de explicación y definición útil de los objetos o criaturas, y derivaba finalmente en el nombre de estas.

Pero luego de esta idílica presentación sobre la Esencia de las cosas nos hallamos frente a un panorama desolador, pues encontramos en las palabras, las que podían ser la verdad, la abstracción de un observador que no pudo evitar someter al objeto observado a sus parámetros propios, digamos su cultura, sus intereses y hasta a su pasado; la búsqueda de la verdad ni para el ojo más limpio será exacta, pues antes de llegar a ella hay que auto-abandonarse como ser humano, y eso -como lo notarán-es prácticamente imposible.

Entonces ¿Existe la esencia? ¿Para qué buscar una naturaleza que, supuestamente, nunca estará ahí? Aquí ya caemos en la búsqueda de la respuesta a otra interrogante, la cual simplemente pareciese responderse con un buscamos la verdad porque nos llevará a la felicidad -aunque la historia nos ha enseñado que quien la busca encuentra todo lo contrario-. La felicidad individualista es un concepto inaceptable si rescatamos la idea de que esta es el encuentro con la esencia de las cosas…he aquí como la felicidad de uno se debe transformar en la de todos (pues buscamos lo mismo y, si la verdad fuese como afirman los filósofos una, única y unívoca, nuestros motivos de dicha también deberían serlo), y lo que parecía un gozo particular se transforma en una satisfacción social. La idea de la Felicidad se torna entonces en un problema filosófico y social, más aun si nos situamos en pleno siglo veinte, en donde la globalización comenzó a crecer como una plaga, comiéndose todo tipo de imagen humana a su paso hasta la actualidad.

Ya en este punto puedo presentarles a la no muy bien ponderada Política, la cual -desde su etimología- debe buscar el bien del pueblo, o como dije la felicidad de la sociedad. “Si únicamente por medio de la publicidad es como pueden lograr su fin, lo es porque se adecuan al fin general del público (la felicidad), y la tarea propia de la política es estar de acuerdo con este fin (hacer que el público esté contento con su situación).” Según esto si el pueblo afirma ser feliz -aun en desconocimiento de lo que significa realmente la felicidad- el gobierno es un buen gobierno, pues cumplió con su deber con la sociedad...

…Para que decir más sobre lo erróneo de esto si ya el mejor ejemplo está en el afamado libro “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, fiel representante de lo que las fuerzas capitalistas han tratado hacer para un mejor manejo de las fuerzas de trabajo; criaturas sin sentimientos condicionadas para trabajos predeterminados con capacidades, opciones y aspiraciones exactas, a sabiendas de que quienes desean más o pueden más serán explotados “Por bien a la patria” o ejecutados por representar una amenaza para ella. En definitiva podemos afirmar que la política, siendo que debe representar un bien para la sociedad, la ha degradado a ser esclava de los más banales fines económicos, utilizando los medios que esta supuestamente posee para informarse -medios de comunicación- para, literalmente, lavar el cerebro de quienes son sus esclavos -siendo que debieron ser sus participantes...”Desde que el pueblo es pueblo no ha gobernado nunca” (Coco Legrand), que más exacta puede ser esta frasecilla, pues el modelo dramático que representa con mayor exactitud la voz del pueblo -de los pobres- es la comedia .

Acá les presento el tema que me atañe, aunque creo que ni siquiera necesito presentarlo ya, pues el debate entre términos que desglosé en lo anterior me pareció fue bastante claro...

Cuando la política busca la felicidad de sus habitantes ¿Qué busca en verdad? Pues ya podemos afirmar con algo más de certeza que la que teníamos al inicio del texto, que busca la Verdad para sus habitantes, la Esencia... ¿La esencia de qué? Su propia esencia; la felicidad de todo un pueblo está estrechamente ligada a la naturaleza de su gente. Pero ¿Qué es entonces la naturaleza de su gente? ¿Qué es la Naturaleza humana?

Según los filósofos del siglo diez y ocho el hombre por naturaleza es malo, pues el hombre en su Estado salvaje actúa de manera en que sólo sus instintos básicos son suplidos, tales como el comer, el dormir, el reproducirse, el autoprotegerse, etcétera; y por tanto se torna una criatura básica con características antisociales; “La maldad de la naturaleza humana (…) puede contemplarse en su desnudez en las relaciones libres entre los pueblos (mientras que en el estado legal-civil aparece velada por la coacción del gobierno)” . También la definición clásica de la Naturaleza humana incluye características especiales para cada sexo, dando a entender que tienen una utilidad a la que deben servir más allá de cualquier otra condición humana; es decir, la mujer está hecha para procrear y el hombre para trabajar, por tanto una mujer infértil o un hombre paralítico pierden de inmediato su condición de mujer y de hombre, lo cual deja bastante en claro que no tiene ninguna lógica, pues el ser mujer puede arraigarse más a una condición genital; sin embargo la sexualidad va más allá de eso, ya que se tienen hoy en día registros psicológicos de personas que genitalmente son de un sexo y mentalmente son de otro. Pero ya este asunto puede ser desglosado con mayor prestancia en otra ocasión.

Si en verdad se quisiese encontrar la Naturaleza humana tendríamos que irnos a la etimología de la palabra: Ya sabemos que Naturaleza es la esencia de un objeto. Humano viene de humus -suelo-humilde “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra , porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás” , según esto todo ser humano tendría la condición de ser humilde, de rebajar su ego, de tener conciencia de ese ego y de sí mismo, de poder marcarse delimitaciones sociales y culturales a través del reconocimiento de ese mismo ego y, finalmente, de comprender que morirá y volverá a ser parte del suelo. Es decir, en la Naturaleza humana está la conciencia de sí mismo y del entorno.

Otra manera de denominar la Naturaleza humana es llamarla La naturaleza del hombre, por tanto también debemos desglosar la palabra hombre para completar nuestra definición de esta naturaleza que -a menos que mi teoría falle- todos debemos poseer. Hombre viene de la palabra griega prosopolón, la cual significa Criatura despreciable nacida para trabajar, en definitiva un esclavo. Es decir, el hombre es, por naturaleza, un esclavo, no importa si es del dinero o del ocio, un esclavo al fin y al cavo.

Sin embargo aun las palabras que tomamos para hacer el desglose son producto de gobiernos totalitarios antiguos de dos clases completamente distintas: Pues quien denominó Humano al humano lo tomó desde el texto bíblico, dando a entender que este era un siervo del Señor que debía humillarse ante Él, el Verbo, quien lo hace actuar; enseñándole que el mejor camino es el de la pobreza, quitándole a los hombres el anhelo de poder ser más de lo que son o de llegar a tener más de lo que tienen, dándoles la ilusión de que el Reino de los Cielos está para ellos cuando fallezcan, que desear en la Tierra es una pérdida de tiempo pues ese reino onírico de después de la muerte, en comparación con la vida terrenal, es eterno.

Hombre fue claramente tomado de una civilización muy distinta a la anterior, y a las que hay hoy en día, no podemos ni siquiera ubicarnos con holgura entre alguno de sus numerosos y sorprendentes eventos; en esa civilización las cosas eran muy diferentes, ya que las personas se dedicaban a otras cosas: Los hombres salían a las plazas públicas a hacer vida social, las mujeres se quedaban en sus casas a cuidar de los niños y los esclavos eran quienes hacían todo el trabajo para poder abastecer a sus amos en sus necesidades básicas, siendo el esclavo en definitiva un trabajador del Estado. En la Grecia antigua el ciudadano ocioso era que el que hacía progresar al resto de la ciudadanía, ya que con su tiempo buscaba todo tipo de teorías nuevas sobre matemáticas, ciencias, filosofía, etcétera; o simplemente lo dedicaba a las artes. Es notable la gama de elementos creativos de esta sociedad en comparación con las que vinieron después…hasta la actual; sin embargo podemos afirmar con el seño levemente fruncido que esto es porque en esa civilización se premiaba la creatividad, el hacer avanzar a las personas, pero en las actuales se premia la capacidad de producir objetos fútiles de mala calidad y alto costo, pues quien logre hacer que sus conciudadanos pierdan más dinero en tonterías sin sentido para regalarlo libremente a los magnates del mercado es equivalente al más poderoso héroe de la antigüedad. Sin embargo aquella época de supuesta gloria también está cubierta de un halo de desigualdad notable, la cual marcaba grandes brechas entre varones y féminas, esclavos y amos, que por una especie de selección natural fueron hechos para ser apartados y usados según sus capacidades.

Desde aquí ya nos enfrentamos nuevamente al desierto, lo que había parecido ser un oasis era un espejismo. La Naturaleza humana es un estado inconcluso de la palabra, derivada de civilizaciones que buscaron el poder por sobre su gente, y, a su vez, apartaron a otras civilizaciones que traían consigo ideas diferentes, protegiendo sus intereses propios a través de la monarquización de la palabra; pues, si bien recordamos, la palabra busca denominar la verdad del objeto, característica, acción y/o ser que nombra. Con más exactitud busca sacar a flote la esencia (una, única y unívoca) de lo nombrado. Entonces entendemos como ha sido que en la antigüedad se ha podido manipular con tanta facilidad a los participantes de la sociedad, pues toda la información es entregada en un código específico monitoreado y constantemente modificado por quienes tienen en sus manos el poder y, por tanto, la información.

Pero la interrogante persiste ¿Qué es la Naturaleza humana? ¿Cómo interpretarla y llevarla a cabo? Los parámetros que se habían establecido con anterioridad ya están destruidos, y ya no nos queda ninguno para salvar la idea de esta naturaleza, por tanto podemos concluir que esta no existe.

Por sobre todo aun se mantiene encendida la llama de la búsqueda del bienestar del pueblo por parte de la política, pero este era la búsqueda de la Esencia de su gente y, como ya vimos, la esencia de esta no existe; no hay motivo para la existencia humana más allá de las aspiraciones propias -tal vez- o la búsqueda de una felicidad momentánea y ambigua.

“La felicidad real siempre aparece escuálida por comparación con las compensaciones que ofrece la desdicha. Y, naturalmente, la estabilidad no es, ni con mucho, tan espectacular como la inestabilidad. Y estar satisfecho de todo no posee el hechizo de una buena lucha contra la desventura, ni el pintoresquismo del combate contra la tentación o contra una pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza.” Afirmó Huxley en la década de los treinta, dejándonos como gran debate si podemos decir, como pueblo, si somos felices. Con la modernidad se priorizó el individualismo y la pregunta cambió… ¿Soy feliz?... ¿Eres feliz…?

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